Outsourcing hasta en el espacio

En tiempos de crisis la palabra outsourcing suena con fuerza. El outsourcing se define como “empleo de recursos externos, contratados por las (grandes) empresas para llevar a cabo ciertos (pequeños) proyectos y servicios”. Los paréntesis son míos, y la definición también, ya que el Real Diccionario de la Lengua Española no contempla el término. Los paréntesis se deben a que estos conceptos de que eran las grandes empresas las que subcontrataban o externalizaban pequeños proyectos se ha diluido. Ahora el concepto ha llegado a todo tipo de empresas y organismos oficiales, y los proyectos no siempre son calificables de pequeños.

Esto viene a cuento de la noticia de que la NASA, la agencia espacial norteamericana, ha subcontratado los servicios de una empresa privada para asegurar el abastecimiento de la Estación Espacial Internacional, cuando la lanzadera espacial, el popular Space Shuttle, deje de prestar servicio en 2010. La NASA ha valorado el contrato en 1.600 millones de dólares, destinados a diseñar, construir y mantener el programa de reabastecimiento y adjudicado a la empresa SpaceX.

Esta firma fue creada en 2002 por Elon Musk, uno de los cofundadores de PayPal, tras la compra de esta empresa por eBay por 1.500 millones de dólares. Con el bolsillo lleno, Musk se embarcó en nuevos proyectos, fundando la empresa aeroespacial SpaceX, Space Exploration Technologies, creada como una empresa privada orientada al mercado aeroespacial.

La empresa ha diseñado un cohete espacial de dos etapas, llamado Falcon, basado en combustible líquido (mezcla de oxígeno y keroseno), capaz de transportar una carga útil al espacio. La carga útil es configurable para transportar ya sea material o incluso tripulantes, de manera que servirá para abastecer a la estación espacial internacional o asegurar sus relevos de personal.